sábado, 25 de mayo de 2013

-Zonas climáticas y paisajes-




 


 

Los paisajes de los climas templados: El paisaje continental.

Hacia el interior, pero en dirección Norte, la estación seca es el invierno, debido a la instalación sobre el continente de un anticiclón frío y seco de origen térmico -anticiclones de Siberia y Canadá- que impide la penetración de las borrascas oceánicas. Estas solo alcanzan a producir algunas precipitaciones en forma de nieve en los pocos momentos de debilidad del anticiclón. La nieve caída durante el invierno, poco abundante, forma una capa de poco espesor pero persistente, al mantenerse las temperaturas invernales muy bajas: de -20º C. a -40º C... en enero según la latitud. Durante el verano, la desaparición del anticiclón continental permite la penetración del flujo de aire oceánico que modera las temperaturas y permite precipitaciones en forma de lluvia, tanto más cuantiosas y regulares cuanto más al Oeste.

Este tipo de clima presenta sus rasgos más nítidos en el interior de los continentes, pero se extiende hasta las fachadas orientales, si bien es cierto que éstas reciben algunas precipitaciones invernales por la proximidad del océano. En las fachadas orientales, a medida que se desciende en latitud, va moderando sus características hasta dar paso a los climas de tipo chino.

La vegetación se dispone en bandas que se adaptan a los progresivos cambios de las características climáticas. Hacia el interior y por efecto de la continentalidad, el bosque da paso paulatinamente a la pradera de gramíneas con algunos árboles dispersos, muy apta para la agricultura, especialmente cereales, al darse sobre suelos muy fértiles, los llamados "suelos negros". De este tipo son las conocidas regiones cerealistas de Ucrania, del centro de América del Norte y de la Pampa argentina. En estas zonas el principal riesgo para las cosechas está en el encharcamiento del suelo en verano debido al exceso de precipitaciones. En su zona más meridional, la pradera da paso a la estepas y los desiertos fríos del interior de los continentes. A mayor latitud, el bosque caducifolio y la pradera son sustituidos por grandes masas forestales de coníferas, la taiga. Esta formación boscosa, compuesta por especies como el abeto, el alerce y distintas variedades de pino, forma una banda de costa a costa en Eurasia y América del Norte. Una característica muy importante de este bosque es su homogeneidad floral, que facilita grandemente y hace rentable su explotación económica. De la taiga procede gran parte de la madera destinada a la obtención de celulosa (fabricación de papel).

A pesar de lo desapacible del clima continental, buena parte de las mayores ciudades del mundo, tanto en población como desarrollo económico están en zonas con este clima, entre las cuales se pueden mencionar: Chicago, Moscú, Montreal,etc.






Los paisajes de las zonas templadas: El paisaje mediterráneo.

En las fachadas Oeste, entre 30º y 45º de latitud, se da un clima de verano seco y temperaturas suaves. Por tratarse de una zona de transición, se ve afectada alternativamente por las borrascas del frente polar y por los anticiclones subtropicales oceánicos, cuyo vaivén estacional determina un tiempo lluvioso y templado en invierno y seco y cálido en verano.

Este tipo de clima se da particularmente en los países ribereños del Mediterráneo, de ahí la denominación de clima mediterráneo, aunque también se da en la costa SW de Australia, en California, Chile central y en el SW de la República Sudafricana.

Durante el verano las perturbaciones del frente polar se trasladan a latitudes más altas y permiten a las células anticiclónicas situarse sobre sus costas. Y aunque se trata de aire húmedo, al ser descendente es estable y no produce lluvias; solo cuando choca con un obstáculo montañoso se producen ascendencias que provocan tormentas breves y locales. A esta escasez en las precipitaciones se unen altas temperaturas estivales, salvo en las franjas costeras (California, África del Sur) afectadas directamente por las corrientes marinas frías. En invierno se retiran los anticiclones subtropicales predominando la circulación del Oeste con el frente polar que ocasiona un tiempo inestable y lluvioso. Este mecanismo se inicia a principios de otoño y permanece hasta el final de la primavera, cuando el frente polar vuelve a ser desplazado por los anticiclones subtropicales. La mayor parte de las precipitaciones se produce en las estaciones intermedias -primavera, otoño- siendo menos importantes durante el invierno, ya que es frecuente que un apéndice del anticiclón continental se sitúe sobre estas zonas, dando lugar a un tiempo despejado y frío.

Este régimen requiere de las plantas que allí se desarrollan, sofisticados mecanismos de adaptación durante la sequía estival, mientras que la suavidad del invierno hace que esta estación no constituya un inconveniente importante para el desarrollo vegetativo. La formación típica es el encinar; cuando las lluvias son algo más elevadas aparece el alcornocal, que da paso a formaciones de pino albar y enebro en zonas de lluvias más débiles. Los bosques mediterráneos han sido prácticamente eliminados por la acción del hombre, degradándose sobre suelos calizos hacia una formación de árboles y arbustos que deja una parte del suelo desnudo -la garriga- y sobre suelos silíceos en una formación -el maquis- de pinos y encinas aislados con un sotobosque denso. Las condiciones favorables de esta zona hacen que siempre haya estado muy poblada y que la mayor parte de su suelo esté o haya estado en algún momento cultivado.

Los bosques están formados por árboles de hoja perenne (que no se cae en otoño) con pinos, encinas, algarrobos, acebuches, jara, tomillo … cuando el bosque es talado, o se ha incendiado aparece un matorral de especies espinosas llamado maquia o garriga. Fauna: el lince, liebres, corzos, halcones, águilas, buitres.








Los paisajes de las zonas templadas: El paisaje oceánico.

Los paisajes de las zonas templadas están ejemplificados a partir de los tres grandes tipos de clima que se dan en Europa:


La fachada occidental de los continentes, entre aproximadamente 45º de latitud y los Círculos Polares, presenta un clima que responde al dominio permanente de la perturbaciones del frente polar. Este clima se desarrolla especialmente en Europa, ya que la inexistencia de obstáculos montañosos permite la incursión profunda de las borrascas oceánicas en el interior del continente, a diferencia de América, donde las Rocosas y Los Andes limitan esta influencia a una estrecha franja costera. Estas zonas carecen de estación seca porque se encuentran fuera del alcance de los anticiclones subtropicales. Las temperaturas son moderadas por la influencia suavizadora del océano, aunque experimentan un claro descenso a medida que se avanza en latitud y se penetra en el continente.

Aparece una asociación vegetal, el bosque caducifolio, compuesta por especies (haya, roble, abedul, arce) que endurecen sus tallos y pierden sus hojas como adaptación a los fríos invernales. En las zonas muy azotadas por el viento y en aquellas otras en que la acción humana -pastoreo, roza-, el bosque se ve suplantado por formaciones bajas de matorral y hierba. Hacia el interior y en dirección Sur, desciende el total anual de precipitaciones y comienza a aparecer un verano corto y más seco que el invierno, que marca la transición al clima mediterráneo de latitudes más bajas.

La acción del océano suaviza las temperaturas (ni muy bajas ni muy calurosas) y propicia precipitaciones suaves y persistentes. Los ríos serán por tanto de caudal abundante (Támesis, Sena, Loira, Rhin) debido a las continuas lluvias.

En las zonas donde se ha preservado el bosque: osos, lobo, urogallo, topos, zorros, águilas.

La población que encontramos es dispersa aunque hoy el paisaje está muy humanizado, con importantes ciudades, puertos, vías de comunicación, etc.







Los paisajes de las zonas frías: El paisaje de alta montaña.

Climas equivalentes a los polares en cuanto a temperaturas y precipitaciones se dan en las cumbres con nieves perpetuas y cubiertas por glaciares de algunas montañas de latitudes medias y bajas. Y ello porque la altitud produce el mismo efecto y origina unas condiciones similares a las que produce el aumento en latitud. La montaña siempre es un elemento discordante con respecto a su entorno, ya que presenta características que no aparecen en las tierras bajas que la rodean, tales como disminución de la presión y de la temperatura con la altura, mayor humedad, al menos hasta cierto nivel, y mayor pureza del aire, que, sin embargo, aparece cada vez más enrarecido. No obstante, y a pesar de estas singularidades, el régimen de montaña obedece, en último término, al tipo de circulación dominante en las latitudes correspondientes. La vegetación es también original y varía según tres factores fundamentales: la latitud a la que se halle la montaña, la altitud y la exposición de sus vertientes a los rayos solares y a los vientos dominantes.




Los paisajes de zonas frías: Paisajes polares.

Más allá de los Círculos Polares, la característica diferencial de los climas es la ausencia de verano; en ello radica su originalidad. Por esta razón, zonas como el Norte de Siberia no pueden ser consideradas como polares, pues a pesar de sus bajas temperaturas, no carecen de un corto verano.
Dentro de los climas polares hay que distinguir los bordes continentales del norte de Eurasia y América -donde se ponen en contacto las masas de aire polares marítimas y las polareas continentales- de las zonas interiores de Groenlandia y la Antártida, dominadas por altas presiones.

En los bordes continentales, el frente que separa ambas masas de aire da lugar a abundantes precipitaciones en forma de nieve. Las temperaturas, aunque moderadas algo por la influencia marina, son muy bajas; en consecuencia el suelo está permanentemente helado. Sólo se deshiela superficialmente durante dos o tres meses al año en los que las temperaturas rebasan apenas los 0º C; se forman entonces grandes barrizales y se producen corrimientos de tierra que en las áreas habitadas constituyen un grave problema (vías de comunicación, edificios).

El corto período de temperaturas superiores a 0º C, aunque inferiores siempre a 10º C, permite la existencia de una formación vegetal de líquenes, musgos y plantas herbáceas, la tundra, que alterna a trechos con turberas y claros donde el suelo aparece desnudo. En las fachadas orientales de los continentes, la tundra desciende en latitud más que en las occidentales por la influencia de las corrientes marinas frías.

Sobre los casquetes de hielos perpetuos existentes en la Antártida e interior de Groenlandia reina un clima glacial con temperaturas que en el mes menos frío no alcanzan los 0º C. En estas condiciones el desarrollo de la vegetación es imposible. El suelo aparece cubierto de hielo en capas de gran espesor que, por presión mecánica, se va deslizando hacia las orillas, donde se cuartea y forma icebergs: bloques de hielo que flotan en los oceános y que se funden lentamente a medida que alcanzan latitudes más bajas, constituyendo un obstáculo para la navegación.
Las precipitaciones, siempre en forma de nieve, son muy escasas -inferiores a 250mm anuales- , ya que estas zonas están bajo influencia de los anticiclones polares. Por ello, no solo es imposible la vida vegetal, también la vida humana se hace muy difícil, limitándose los asentamientos a las estaciones científicas, en las que el ambiente es totalmente artificial.



Los paisajes de las zonas cálidas: El desierto.

A la altura de los trópicos aparecen unos climas cuyo rasgo definitorio es la aridez, que determina enormes extensiones de suelo sin vegetación alguna, desorganización o ausencia total de redes fluviales, así como una bajísima densidad de población animal y humana.

En los desiertos tropicales las precipitaciones anuales son inferiores a 100 mm. anuales. La causa principal de esta falta de lluvias radica en las altas presiones subtropicales, a lo que se suman la continentalidad, las grandes barreras montañosas y las corrientes marinas frías. Se distinguen dos tipos de desierto tropical: continental y costero.

En los desiertos continentales el elemento condicionante del régimen termopluviométrico, además de las altas presiones, es la continentalidad que acentúa la sequía y la oscilación térmica diaria. En una atmósfera con muy escasa cantidad de vapor de agua (humedad relativa 25% a 30%) el calentamiento del suelo durante el día es muy intenso alcanzándose temperaturas de hasta 50º C. Durante la noche la irradiación de calor es también muy fuerte, pudiendo descender la temperatura hasta los 0º C. e incluso menos. Las escasas precipitaciones que se registran son debidas a la penetración esporádica de aire marítimo ecuatorial o tropical en las márgenes del desierto, que ocasiona lluvias de tipo torrencial. Es normal que de muy tarde en tarde caiga en pocas horas una cantidad mayor de lluvia que el total de uno o varios años. El caso más extremado y característico de este tipo de desierto es el Sahara, cuyo margen meridional registra precipitaciones ligeras originadas por la zona de convergencia intertropical en su desplazamiento estival hacia el Norte, mientras que la margen septentrional las recibe del frente polar, que muy ocasionalmente alcanza estas regiones en su avance invernal hacia el sur. Así, en los bordes del desierto aparecen estrechas franjas esteparias que flanquean no sólo éste sino todos los desiertos y constituyen zonas de transición hacia climas menos secos. Tan escasa cantidad de lluvias permite sin embargo la existencia de vegetación discontinua en el espacio, raquítica y pobre, compuesta por plantas xerófilas, adaptadas a la escasez de agua. Estas plantas, vestigios residuales de las que en épocas anteriores -más húmedas- poblaron las zonas que hoy son estepas y desiertos, subsisten gracias a haberse adaptado a un medio cada vez más hostil, reduciendo su ciclo vegetativo, endureciendo sus tallos y hojas, desarrollando su capacidad para almacenar agua en hojas carnosas, etc.

Los desiertos continentales tropicales se prolongan hacia el Oeste en los desiertos costeros. Al descender sobre las aguas del océano recorridas por las corrientes frías -la de Humboldt en Chile, la de Benguela en Namibia, la de Canarias en la costa Oeste africana-, estos vientos se enfrían, pero su bajo contenido en vapor de agua únicamente permite que, al abordar el continente, produzcan nieblas y rarísima vez lluvias. El efecto más importante de las corrientes marinas es que moderan las temperaturas, de forma que la variación entre la temperatura media del mes más cálido y la del mes más frío no suele ser superior a 6º C, y las amplitudes térmicas diarias son muy bajas. Este es el rasgo más importante que caracteriza el régimen térmico de los desiertos costeros tropicales frente al de los desiertos continentales.

Los cursos de agua son prácticamente inexistentes (tan sólo los oasis) y ocasionalmente los “uadis” que son cursos secos o “ramblas” que permanecen secos durante años y sólo llevan agua durante unas horas o días cuando ocasionalmente llueve.

La vegetación y fauna es escasa y tiene que estar muy adaptada a las duras condiciones: cactus, palmeras en los oasis, serpientes, escorpiones, chacal, camello, cabra, halcones.
nLos habitantes del desierto son nómadas y viven desplazándose con sus rebaños de oasis en oasis y la poca población sedentaria también se ubica en dichos oasis.


Los desiertos albergan pozos de petróleo, gas natural o incluso reservas de agua dulce subterránea.









Los paisajes de las zonas cálidas: La Sabana.

La sabana se sitúa en zona de clima tropical, donde las temperaturas son elevadas durante todo el año y las lluvias abundantes solo en verano.


Es igualmente caluroso durante todo el año, aunque con una amplitud térmica algo mayor, que aumenta conforme nos alejamos del ecuador. La selva se clarifica y deja paso paulatinamente a la sabana a medida que avanzamos en latitud. Aquí ya aparece una estación seca, el invierno. Durante esta estación, la zona entre 5º y 25º de latitud N y S queda bajo el dominio del alisio seco que sopla desde el continente, mientras que en el verano está bajo el dominio de la zona de convergencia intertropical, produciéndose lluvias cuantiosas.


Se pasa así , progresivamente del clima ecuatorial al clima tropical con alternancias de dos estaciones bien definidas, una húmeda y otra seca. La existencia de una estación seca más o menos larga según las zonas, requiere que las plantas se adapten evolutivamente a la sequía endureciendo sus tallos y hojas y reduciendo su tamaño. Se da así una formación vegetal, la sabana, caracterizada por la abundancia de hierbas altas y arbustos de pequeño tamaño con algunos árboles dispersos, que resulta excelente hábitat para los grandes depredadores y herbívoros, y que, a menudo, el hombre dedica a la explotación ganadera. En el sur de Asia, debido a la inmensidad del continente, el clima tropical con estación húmeda adquiere características propias, extendiéndose hasta zonas que por latitud deberían ser desérticas. Ello se debe a la presencia de los monzones. Algunos años las lluvias son tan copiosas que causan inundaciones catastróficas que destruyen las cosechas e, incluso, producen numerosas víctimas. La superpoblación del área monzónica hace que la vegetación natural, el bosque monzónico, haya desaparecido en grandes extensiones para dar paso al cultivo del arroz.


La población se dedica a la ganadería y a la agricultura. Cultivostropicales para vender en los mercados: café, cacao, caña de azúcar,etc.






Los paisajes de las zonas cálidas: La selva.

La selva se da en la zona de clima ecuatorial. En la zona ecuatorial las lluvias se suceden sin interrupción durante todo el año. El total de precipitaciones es muy elevado -por encima de los 1.500-2.000mm- con pequeños máximos en primavera y otoño. Las lluvias se producen, generalmente, por ascendencia dinámica al converger los vientos alisios de ambos hemisferios y, en menos ocasiones, por ascendencia térmica debido al recalentamiento del suelo. Ello hace que los ríos de la zona ecuatorial sean los de caudal más abundante y regular de la Tierra. Las temperaturas son prácticamente uniformes a lo largo del año, como consecuencia de la perpendicularidad con que inciden los rayos solares. Al no existir apenas oscilación a lo largo del año ni en las temperaturas, ni en las precipitaciones, sólo existe una estación, que es cálida y húmeda.

El ambiente, muy "pesado" por el calor y la humedad (casi de sauna), es propicio al desarrollo de una vegetación exuberante, siendo la selva la formación vegetal típica. En ella existen gran variedad de especies vegetales, desde árboles de gran tamaño (40-50 m) hasta plantas casi microscópicas, pasando por árboles y arbustos de tamaño medio (10-20 m.); y todo ello complicado por una maraña de lianas que trepan por los árboles a la busca de luz. Tal variedad de especies hace difícil y poco rentable la explotación forestal, ya que los árboles de una especie explotable se hallan dispersos entre muchos otros actualmente sin valor económico.

Como consecuencia de la tupida vegetación, los animales que pueblan la selva son de reducido tamaño para poder moverse con facilidad entre la maraña de troncos, arbustos y lianas.

Los pueblos indígenas (Yanomamis, guaraníes, pigmeos …) viven de practicar la caza, recolección de frutos y raíces silvestres y una agricultura muy elemental; en contraste en las selvas asiáticas, la presión demográfica ha provocado el retroceso de la selva, al practicarse una agricultura de plantaciones de té, arroz, caucho …










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